La glamurosa revista de los transgénero

La 'Vogue' de los transgénero

Una revista de moda inspirada en la estética 'trans' le ha dado la vuelta a estas publicaciones. Hace cuatro años, el madrileño Luis Venegas –‘fashionista’ hasta la médula y fan a muerte de Barbra Streisand– se dio a la tarea de crear una revista de moda diferente. El sueño lo rondaba desde su adolescencia, cuando sin siquiera saber inglés ojeaba las ediciones americanas de Vogue y Vanity Fair o publicaciones independientes como Dazed & Confused, cabecera de culto de los ‘modernos’ de ayer y de hoy. “Sentía que me ardían las manos cuando las tenía; eran simplemente buenísimas”, recuerda. Quería una publicación de ‘autor’, dar un golpe certero, transgresor, un efecto como el que consiguió Vogue a mediados de los 60, cuando llevó en su portada a la exótica Donyale Luna, la primera afroamericana que apareció en una revista de moda. La respuesta a esa búsqueda de la redefinición del glamur, que a la vez fuera sinónimo de vanguardia y siglo XXI, fue el mundo transgenerista: travestis, transformistas, transexuales... “En el plano estético, hay poca gente para la que sea más relevante la ropa que se pone, el maquillaje que usa o el peinado que lleva que para un travesti o un transexual. Para ellos, estos elementos no son adornos; son el instrumento para llegar a ser lo que realmente quieren ser, y eso los convierte en personas mucho más atrevidas, creativas e incluso elegantes que el resto de los mortales”, asegura Venegas en conversación telefónica desde su casa-estudio, en el barrio madrileño de Malasaña. Desde allí –curiosamente no desde Nueva York, París o Londres, las capitales del mundo trendy– mueve los hilos de tres publicaciones (Fanzine 137, Ey! Magateen y Candy) que lo han convertido en uno de los editores independientes de referencia, a la altura de nombres como Tyler Brûlé, de Monocle, o Derek Blasberg, de Harper’s Bazaar. Precisamente, su fama y su red de contactos ayudaron a que Candy (como bautizó su publicación, en un guiño a Candy Darling, la musa transexual de Andy Warhol) no fuera un salto al vacío. La idea de una suerte de ‘Vogue travesti’ implicaba grandes riesgos, como, por ejemplo, terminar en una parodia vulgar, alejada de la elegancia y el estilo que se exigen a una publicación de moda. “Era clave lograr un equilibrio entre el humor, la fantasía y el exceso que destila el mundo transgénero, y el glamur y la elegancia”, recuerda. Su seguro fue rodearse del mejor equipo de producción y conseguir que caras conocidas del mundo de la moda y del entretenimiento se vincularan al proyecto. El número uno de Candy, lanzado en el 2009, fue toda una declaración de intenciones, con el top model británico del momento Luke Worral (el novio de Kelly Osbourne) posando en portada como Marilyn Monroe, en una producción gráfica impecable, fruto de nombres consagrados como el productor Murray Arthur, colaborador habitual de Vanity Fair o The New York Times Magazine, y el estilista Kim Jones, actual director de la línea masculina de Louis Vuitton. La publicidad tampoco desentonaba: firmas como Marc Jacobs, Zac Posen, Viktor & Rolf y Rodarte se vincularon como anunciantes desde el primer número, lo que ha garantizado una publicación rentable, pese a su principio de solo imprimir 1.500 ejemplares. También ayuda el hecho de que muchos de los fotógrafos, productores y estilistas que colaboran en la revista no cobran por ello. Tampoco lo necesitan, todo sea dicho. El fenómeno James Franco Si el primer número fue un hit, la gran ‘salida del clóset’ de Candy se produjo en el 2010, con su segunda portada, en la que apareció el actor James Franco hipermaquillado, travestido y con aires de dominatriz: nada que ver con el galán de Hollywood famoso con su papel de amigo de Spiderman y por el filme 127 horas. Detrás del lente que capturó aquellas imágenes memorables, otra estrella: Terry Richardson, considerado el padre del ‘porno chic’, por sus fotografías de moda con alto voltaje erótico. Fue de él la idea de vestir de mujer a Franco. La foto le dio la vuelta al mundo, y la portada de Candy terminó saliendo en horario estelar en el programa de Ellen Degeneres, uno de los shows de entrevistas más vistos de Estados Unidos, que invitó al actor a contar su vivencia como mujer. A la ‘experiencia trans’ en Candy se han apuntado también la actriz Tilda Swinton –famosa por sus pintas andróginas–, quien se puso en las plataformas de una drag queen, y la it girl y también actriz Chloë Sevigny, quien posó para Terry Richardson en el papel del mismo Richardson. “Creo que a todos en algún momento nos asalta la curiosidad por cómo luciríamos si fuéramos del otro sexo, y Candy les ofrece la posibilidad de hacerlo con un equipo de producción de lujo –sostiene Venegas–. No sé si James Franco se gustó tanto de mujer como para plantearse una noche de pasión consigo mismo, pero seguro que se divirtió, y ofreció una imagen de alguien progresista, tolerante y con buen sentido del humor.” Además de sus producciones fotográficas, Candy contiene entrevistas con los personajes del mundo de la moda y del entretenimiento, reportajes con los llamados style icons, como Anan Wintour, Lady Gaga y Grace Jones, y también con personajes del mundo transgénero. Pero su creador es enfático en que no se trata de una publicación reivindicativa ni orientada al público gay. “El lector no encontrará en Candy debates sobre el matrimonio gay o si las parejas homosexuales deben adoptar. Es simplemente una revista para quienes aman la moda, la imagen y el arte. Creo que simplemente el hecho de que exista una publicación de este tipo es una reivindicación en sí misma. Como dice el refrán: puño de hierro en guante de seda”, aclara. La portada de Candy no está hipotecada a las celebridades. La de la edición de diciembre del 2012, por ejemplo, se dedicó a imaginar cómo sería un presidente de EE. UU. transgénero y negro. El resultado también tuvo repercusión mundial, básicamente porque en la imagen de la modelo transexual afroamericana Connie Fleming mientras jura sobre una biblia y vestida de Óscar de la Renta era imposible no ver a Michelle Obama. “Nunca fue mi intención que se parecieran. La idea de la portada surgió porque, aunque era digno de celebrar que un presidente negro hubiera llegado a la Casa Blanca, era un poco retrógrado a la vez: ¿por qué habría de soprendernos un hecho así?Pensé que algo realmente transgresor hoy sería que un transexual, y además negro, ocupara ese cargo”, agrega. Ahora, después del intenso verano madrileño, Venegas comienza a darle vueltas a su próxima Candy. ¿La portada ideal de ese número? “Justin Bieber travestido –responde sin pensarlo dos veces–. Sería un hit; de momento, soñemos con ello”. Material de colección Hasta ahora han salido a la calle seis números de ‘Candy’. Es una revista de la que se tiran solo 1.500 ejemplares. Tiene un costo de 59 dólares y se consigue en tiendas exclusivas de ciudades como Nueva York, París y Barcelona, o en la web: http://byluisvenegas.com. ‘No me planteo ampliar la tirada; me gusta que siga siendo un producto de culto -señala Venegas-. No es una revista de usar y tirar. Quien la compra la conserva. Para mí eso es una declaración de amor’.

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